Con las siguientes palabras que vais a leer, os contaré resumidamente cómo he vivido una gran amistad.
Era un 19 de enero de 2012, cuando gracias a Dios, me dieron la oportunidad de vivir, lo que con creces podría definir como la mejor experiencia que haya vivido jamás. Lo que no sabía, es que todo esto iba a durar 56 días y que me iba a llevar en el corazón a varias personas, personas que adoro y personas que me hacen sentir llenos de alegría.
Trece concursantes iniciales son los que conocí de manera espontánea, todos novatos y sin experiencia en lo que nos esperaría en adelante. Todos de nuestros padres y nuestras madres, cada uno con su estilo, con su forma de ser, todos mirándonos a la cara sabiendo que acabaríamos conviviendo y compartiendo momentos buenos y momentos malos, todos sabiendo o intuyendo que amaríamos, que odiaríamos, que lloraríamos, que nos reiríamos.
A primera vista, hicimos un primer escaneo de todos nosotros, haciendo prejuicios de con quien nos llevaríamos mejor, o peor. Ariadna y yo lo hicimos el uno al otro. Mal echo! Yo me guié por sus apariencias, llena de tatuajes coloridos y piercings repartidos por todo su rostro, dilatadores inmensos en las orejas. Ella se guió de que posiblemente yo fuera un creído, un chulo, un prepotente. Lo que ambos no sabíamos, es que nuestra amistad iba a ser tan bonita y tan veraz, que os sembraría la duda de que pudiera hablarse de amor. Chicos, entre el hombre y la mujer puede existir una verdadera amistad!
Los primeros días casi no tenía trato con ella, no quiere decir que no nos hablábamos. Si que nos hablamos, pero no teníamos apenas roce ni conversación. Ella se decantó por Hugo, al que se asemejaba por estilo, pero él al tener novia, no le ofrecía tal vez lo que ella pedía, ni siquiera conversación.
Ari y yo nos fuimos acercándonos poco a poco, conversando, dando opiniones, aconsejando, riéndonos. Eso hizo que nos sintiéramos cómodos el uno con el otro. Ya no importaban las apariencias, sabíamos que nos estábamos empezando a caer bien, esto iba a ser perfecto.
Pasaban las semanas, y siempre estaba con ella. Me gustaba sus mimos, su cariño, sus mimos. Me encantaba Ari. Ella era mi apoyo dentro. De mi salía estar con ella y apoyarla, hacer que se sintiera fuerte, siempre sentí un fuerte cariño hacia ella; un cariño muy diferente al amor. Era un cariño proteccionista, cercano, de amistad. Porque "amigo" no es aquel que seca las lágrimas, es aquel que evita que las derrames.
Entonces llegó un pequeño obstáculo en nuestra amistad. Y es que ella empezó a sentir algo más allá de la amistad, algo que yo no podía compartir con ella. Cada vez ella se sentía más atraída y yo no sabía cómo actuar frente a esto, ya que lo que no quería para nada en el mundo era hacerle daño, ni hacerle entender de que pudiera ser recíproco. Pero Ari es una chica fuerte, pudo contener sus emociones sentimentales y preferirme de amigo, antes que de no tenerme.
Vinieron semanas de tempestades y dolor, ya que todos los seres queridos de Ari, se iban poco a poco, semana tras semana, sintiéndose ella culpable de sus marchas, creyendo que estaba maldita. Yo le dije que nunca me iba a apartar de ella, pese a que el próximo era yo. Y así fue.
Dos veces fueron la que estuve nominados y en la que en nuestras cabezas podíamos pensar lo peor. Recordáis esa carta tan bonita? En mi primera nominación, supuse que había llegado mi hora, y tal como le dije en San Valentín: <<Ari, hoy no te puedo regalar nada porque este día es especial, pero ya verás como te haré una sorpresa>>. Dicho y hecho. Fui a la sala donde se fuma, "Londres" y apartado de todo el mundo, escribí lo que en esos momentos me salían desde dentro. Nunca se me olvidarán esas palabras "Nunca he sentido tanto cariño por nadie, sigue como eres y lucha por tus sueños. True love". En un momento a solas con ella, le hize entrega de la carta, y le dije que la abriera si fuera expulsado. Ella me hizo entrega de otra. A mi me tocó leerla, pero ella no le tocó leer la mía. Al menos esa semana no.
Sus palabras fueron tan bonitas, que apenas podía leerla en directo delante de Mercedes. Me emocioné. Cuando me salvé y la vi tras las puertas, lo primero que hice fue darle un fuerte abrazo.
Dos semanas después, le tocó leerla a ella. A sorpresas de Ari, me expulsaron y tuve que ser testigo de su derrumbamiento. No la había visto llorar tanto. Han pasado tres semanas de mi expulsión y cada vez que veo mi despedida con ella, lloro.
Creo que el detalle de haberme despedido con ella en directo y delante de toda España de esa forma, es el mejor detalle que le he podido hacer a alguien en mi vida. No pude evitar sostener las lágrimas.
Durante tres semanas que he estado fuera, la he echado muchísimo de menos y para sorpresas mías, tras reducirse la repesca, pude reencontrarme con ella, con una escena tan emotiva y brillante como lo fue mi despedida. Eso sí que es amistad.
De esta historia me llevo en el corazón a una persona de apariencia dura y agresiva, pero de una ternura emocional muy bella, que hizo que me enganchara a ella tanto.
Pues chicos, esto ha sido mi vida con Ari dentro de la casa. Espero os haya gustado. Próximamente hablaré de Cristian y Juan cuando el tiempo me lo permita. Un Abrazo muy fuerte.
Michael.
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